miércoles, agosto 22, 2012






RE-ESCRIBIR

 

La escritura, como las relaciones interpersonales, tienen sus condiciones para salir adelante o para llegar a feliz término, o si es el caso, continuar  “hasta que la muerte los separe”. ¿Recuerdas la primera vez que escribiste sin la obligación de hacerlo, sino por la necesidad de mover los dedos para que aparecieran en otro lado palabras que nos presentan una idea o simplemente ideas al azar? Yo no tengo seguro el momento en que lo hice, pero sé que fue por aquellos años que cursaba la enseñanza secundaria, cuando los cambios físicos y la búsqueda de la propia identidad nos llegan sin saber. Recuerdo muy bien que llevábamos la materia de Lectura y Redacción y no crean que ahí fue donde experimenté el gusto por la escritura. ¡No! No fue ahí, de hecho cuando me dejaron leer el libro “Mujercitas” fue la razón de que me atrasara en el hábito de leer. ¿A quién se le ocurre obligar a leer un libro para mujeres en la edad en que el pequeño hombre comienza a reafirmarse como tal y todo aquello femenino que no lo enaltece como hombre lo denigra o le disgusta? Pues mi profesor (no recuerdo si era hombre o mujer pero sé que era un mal profesor) se le ocurrió. De ahí en adelante no recuerdo haber leído más hasta encontrarme en la educación media superior y no sé si fue aquí o antes cuando quise escribir narrativa y poesía.

¿Cómo se encuentra uno con las letras o más bien cómo las letras lo encuentran a uno? No lo sé, tal vez la necesidad de contarle a alguien lo que nos acontece, lo que nos agrada o lo que nos hace florecer un sinfín de sentimientos. No siempre se encuentran amigos o no siempre les confiamos nuestros más íntimos secretos porque nos da pena o porque somos introvertidos, pero las teclas no le platican a nadie que no queramos que se entere, ellas son cómplices, medio y descargo de lo que brota de nosotros. Creo que así macío en mi el gusto por la escritura.

Siempre hay algún pretexto para escribir, la diferencia es que si no ejercitamos la escritura, la escritura no hará nada por nosotros. Sea este un buen pretexto para retornarla y recordar lo placentero de escuchar el clic clic de las teclas. No me extiendo más porque es sólo un ejercicio, un precalentamiento para lo que vendrá.

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